Un 'proyecto histórico'


Paula Ortiz Sánchez (E1A) y María Bandera Ortiz (E1B) realizaron al final del curso pasado (2011/2012) un trabajo voluntario en el marco de la asignatura de Historia de 1º de E.S.O.
El proyecto consistía en simular, de una manera bastante fiel, el proceso de momificación que emplearon los antiguos egipcios para conservar en buen estado los cuerpos de las personas fallecidas.


Para llevar a la práctica esta simulación se utilizaron dos codornices. Estas aves no sólo fueron 'momificadas' sino que, además, fueron enterradas siguiendo los principales ritos funerarios egipcios. Entre estos estaban incluidos la colocación en sus 'sarcófagos' de los principales amuletos mágicos que los egipcios introducían en sus propias tumbas para recibir una protección extra en el Más Allá.


Todo el proceso, desde su principio hasta su término, fue documentado gráfica y textualmente por lo que podemos incluir en este informe algunas de las fotografías más relevantes.

En líneas generales el auténtico proceso de momificación tenía los siguientes pasos:
- Se limpiaba el cuerpo con agua purificada.
- Se extraían las vísceras a través de un orificio practicado en la parte lateral del abdomen. El cerebro se extraía por los conductos nasales. Ambas cavidades se limpiaban con vino de palma y se rellenaban con resinas aromáticas. Posteriormente las vísceras se depositaban en unos recipientes sagrados llamados Vasos Canopos.
- Durante cuarenta días se cubría el cuerpo empleando una solución salina llamada natrón para eliminar la humedad del cuerpo y evitar su putrefacción.
- Tras retiran el vendaje se aplicaba al cuerpo una serie de bálsamos resinosos para que quedara brillante y para asegurar su perfecto estado de conservación.
- Por último se procedía a vendar del cuerpo incluyendo en los pliegues de las vendas todo tipo de amuletos mágicos.

Paula y María decidieron realizar este trabajo tras plantear en una conversación espontánea que sería muy divertido e interesante saber de modo práctico y de primera mano cómo sería la experiencia de realizar una momificación, y decidieron convertir su curiosidad en un trabajo. Según ellas mismas contaron, en clase ya les había llamado poderosamente la atención esta práctica que está a caballo entre lo morboso y lo científicamente interesante.

Una vez que se decidieron utilizaron como fuente de documentación el libro de texto de la asignatura de Historia. Algo más difícil fue la elección del animal con el que iban a realizar el experimento. En principio pensaron en utilizar ratones, pero la única manera de conseguirlos era vivos y no les resultaba agradable la idea de tener que sacrificarlos.

Aconsejadas por sus familiares, pensaron en comparar algún animal pequeño ya preparado para el consumo humano y se decidieron por unas codornices que compraron en número adecuado, quizás excesivo porque se hicieron con 16 de ellas.

En principio seleccionaron a dos de estos animales con la intención de hacer una prueba inicial del experimento. Resultó de mucha utilidad esta precaución ya que en el proceso de secado comprobaron que era un obstáculo la grasa piel de estas aves ya que ralentizaba mucho el proceso. De modo que, como en realidad el ser humano no tiene una piel de estas características, no resultaba poco ortodoxo despellejar a otro par de codornices que acabarían siendo las definitivamente momificadas.
 Todo resultó muy divertido y, según ellas mismas comentaron, entre la curiosidad y la repugnancia navegaron por el morboso placer de diseccionar a los animales.

Sólo hubo un problema, qué hacer con las doce aves que sobraron. Por lo visto la solución se convirtió durante varias semanas en una broma familiar durante las cuales nuestras protagonistas tuvieron que escuchar en varias ocasiones.

María, Paula, ¿queréis codornices para almorzar?















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